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EVANGELIZACIÓN, MISIONES Y FRONTERA MAPUCHE

1.1. Antecedentes

Existen varios aspectos asociados al espacio que son necesarios revisar para comprender la posición histórica de Lanco, y más precisamente de Purulón, en cuanto al territorio, y el contexto que lleva a los misioneros capuchinos a establecer su labor religiosa hacía estos lugares.

1.2.- Proyecto Nacional e incorporación de la Araucanía a la soberanía del país.

Los antecedentes históricos que dan origen a la Iglesia Santísima Trinidad de Purulón se remontan al establecimiento de los misioneros capuchinos a mediados del siglo XIX, y a un capítulo de la historia nacional que comprometió particularmente a la zona sur del país.

Para la década de 1840, bajo el gobierno de Manuel Bulnes, el Estado chileno comienza a tomar acciones y elaborar políticas para incorporar de forma efectiva los territorios del sur de Chile a la soberanía nacional, es decir, del territorio mapuche al sur del Biobío. Este interés obedecía a razones de tipo económicas y políticas, ya que por una parte la expansión agrícola que comenzaba a experimentar el centro del país hacía necesario contar con mayores tierras productivas para su explotación (Pinto, 1988: 91).

Y por otra parte, era menester retomar la llamada “civilización” de los araucanos o en otros términos “pacificación” de la Araucanía, ya que existía

Imagen 2: Mapa de la zona entre Valdivia y Toltén Bajo año 1777. De Tomás López (1730-1802). Publicado en Guarda, G.; Moreno, R. (2008) “Monumenta Cartographica Valdiviensae”.

una preocupación desde el centro del país, tanto desde la Iglesia como de las autoridades de gobierno, ya que se veía con inquietud que la acción llevada a cabo por las misiones religiosas estaba disminuyendo su influencia en el sur del país, con lo cual la incorporación y dominio de estos territorios por la joven República se veía asimismo con alejamiento. (Saldivia, 2010: 29-30)

En este territorio, que para la fecha todavía era considerado zona mapuche, el Estado utilizó diversos métodos para iniciar fuertes procesos de intervención con el fin de lograr la integración efectiva de estos territorios. Estos procesos se manifestaron en acciones militares tendientes a someter a los indígenas por medio de la fuerza; el fomento de la colonización a través de población nacional y extranjera; la apropiación y redistribución de la propiedad de la tierra; la expansión del vapor y del ferrocarril; la fundación y desarrollo de centros urbanos; y especialmente las misiones religiosas. (Saldivia, 2010: 30; Flores, 2006: 77)

Las estaciones misionales durante esta época no sólo fueron importantes en su dimensión espiritual, moral y religiosa sino también porque su establecimiento involucraba la “civilización” de la población mapuche por medio de la educación primaria y el trabajo agrícola u oficios industriales. En este sentido para Flores (2006: 77) la escuela, asociada a las misiones, era pensada como otro medio para civilizar y moralizar, constituyéndose en dispositivo de intervención o disciplinamiento e instrumento y espacio de chilenización para acabar con las formas de identificación cultural indígena, dirigida por excelencia a niños y niñas mapuche.

1.3.- Purulón y la Frontera Mapuche en el siglo XIX.

 

Tanto Lanco como Purulón no se registran en la toponimia de lugares de mediados de siglo XIX. Los registros cartográficos que realizaron exploradores y científicos como Claudio Gay o Paul Treutler, que reconocieron estos territorios, tampoco dejaron inscritos aquellos nombres en sus cartas y rutas.

Sin embargo, desde fines del siglo XVIII ya se identificaban lugares como Quilche y Malalhue hacia el interior de lagunas y valles precordilleranos.

Era todo este espacio de dominio mapuche, y pocos wingka o colonizadores incursionaban hacia el interior, desde que ocurriera el gran levantamiento de guerreros, que triunfaron frente a los españoles en 1598 destruyendo todas las ciudades al sur del Bio-Bío. Sólo Valdivia había vuelto a ser poblada a partir de mediados del siglo XVII, y sólo tras haberse alcanzado una alianza de paz entre ambas poblaciones, la que aconteció en diciembre de 1646 con el Parlamento de la Mariquina.

A partir de entonces, desde la ciudad de Valdivia se comenzó a incursionar paulatinamente hacía el territorio situado al norte, especialmente hacía el valle de la Mariquina, en donde se estableció la línea de frontera entre españoles y mapuche, la que se mantuvo por siglos (Pedersen, 1992).

A su vez, es necesario recordar que en el territorio del sur de Chile la actividad misional se había realizado desde el siglo XVI, desde la llegada de los primeros colonizadores españoles. Posteriormente, y mediados del siglo XVII, los jesuitas levantaron estaciones misionales en Valdivia, luego en el Fuerte San Luis de Alba, y más tarde también al interior del territorio del valle de la Mariquina. A estas primeras misiones, se sumaron las fundadas por los franciscanos a fines del siglo XVIII y primera década del siglo XIX (Villalobos, 1986).

Estos antecedentes imprimieron al territorio ubicado al norte de Valdivia una condición de frontera que mantuvo sus características hasta ser incorporado a la soberanía nacional a contar de mediados del siglo XIX. Diversos investigadores han señalado esta condición limítrofe con la zona de la Araucanía, donde aparecía como un “colchón” entre el territorio mapuche y la ciudad de Valdivia, núcleo estratégico y límite de la avanzada tanto del imperio español como del Estado de Chile. (Almonacid, 2009: 124-125; Pinto, 1988: 86- 90; Saldivia, 2010: 11)

1.4.- La llegada de los misioneros capuchinos a Chile y la Araucanía.

En la década de 1840 el Estado de Chile, más bien durante el gobierno de Manuel Bulnes, se retoma la problemática del estado del territorio del sur de Chile, considerado todavía bajo dominio mapuche. Además a esto se sumaba el creciente interés por el potencial agrícola del territorio, lo que llevó a que el gobierno chileno intentara dar mayor continuidad a la obra evangelizadora y gestiona así la venida de un grupo de misioneros capuchinos italianos.

Es así como en 1849 llegan desde Génova los primeros misioneros italianos a Valdivia, quienes se encargan rápidamente de retomar las misiones dejadas por los franciscanos como la de San José. Pero también es importante mencionar que este se trata de un proceso de avance donde los misioneros se van adaptando e integrando con el territorio y comienzan a fundar nuevas estaciones misionales al interior de la Araucanía.

Por ello, pronto los misioneros comenzaron a fundar nuevas misiones, un proceso que también tenía dificultades, puesto que la población mapuche hacia el norte e interior tenía muchas desconfianzas acerca de los misioneros, sin embargo, al poco tiempo se comenzaron a notar algunos cambios, estableciéndose grados de relaciones entre estos mundos que tenían que convivir de alguna forma. De esta forma, entre 1849 y 1900, se sumaron 9 misiones con sus respectivas escuelas y construcciones.

Cabe agregar, que los misioneros italianos se mantuvieron a cargo de la actividad evangelizadora hasta el año 1896, cuando éstos son relevados por sus hermanos bávaros, quienes fundan nuevas misiones al interior de la

precordillera y cordillera de la Provincia de Valdivia y Cautín, llegando a sumar 24 estaciones misionales hacia la década de 1930, donde además instalan talleres de carpintería en la misión de Panguipulli y en la misión de Padre Las Casas.

En este contexto, y durante esta época, San José se transformó en la cabecera de la actividad misional de los padres capuchinos. Un centro desde el cual comienzan a reactivar e intensificar las relaciones con la población mapuche del resto del territorio del valle de la Mariquina, lo que permitió que se restableciese la misión de Pelchuquín en 1863, la que había sido fundada por los franciscanos durante la segunda mitad del siglo XVIII.

Por esta misma época, a principios de la década de 1860, los capuchinos se deciden adentrar hacia el territorio de la costa de la Provincia del Cautín, en cuya pretensión fundan primeramente la misión de Queule en 1854 y Toltén en 1860, sin embargo, al noreste, el territorio precordillerano y cordillerano era todavía una presencia nula o débil en la misión encomendada por el Gobierno, y que por lo tanto, todavía faltaba consolidar esa presencia.

La misión de Purulón se funda en febrero 1874, no obstante, ya desde 1849 se habían realizado algunas misiones volantes o itinerantes. Es dentro de este proceso, que se piensa, que la misión de Purulón jugó un papel territorial estratégico en la expansión evangelizadora que promovía el Gobierno de la época, y que los misioneros capuchinos llevaron a cabo desde el centro misional de San José, hacia la Frontera norte y territorio precordilleranos del Departamento de Valdivia, e igualmente hacia el interior de la Provincia del Cautín.

Iniciativa financiada por el FONDART Ámbito Regional, convocatoria 2016, del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, Región de Los Ríos.

Contacto:

iglesiasdelafrontera@gmail.com

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